Educar para la paz
1. El nacimiento de la Educación para la Paz.
Tras las últimas guerras mundiales surgen una serie de movimientos que fomentan el concepto de Educación para la Paz como acción concreta que pretende la transformación de las estructuras de poder y de las relaciones de modo que estas tengan como resultado final la resolución no violenta de los conflictos gracias a la formación integral de las personas en un marco solidario y fraterno. La Declaración Universal de los Derechos Humanos y la consideración de la paz como una situación justa sobre la que se sostiene y define la educación del ser humano son elementos fundamentales de este concepto de educación que no se limita únicamente al marco de la escuela, sino que se amplía a la realidad global de la persona que vive en una sociedad muy dinámica sujeta a rápidos e importantes cambios interconectados a lo largo de todo el planeta.
2. Características
Un elemento fundamental dentro de la Educación para la paz es la consideración del acto educativo como un proceso en el que los alumnos son parte activa importantísima del mismo y donde la resolución no violenta de los conflictos supone un eje básico de actuación para el cambio personal y social. No sólo se lucha contra la violencia más directa y evidente, sino también contra la violencia simbólica que pudiera existir en el entorno escolar, fomentando la capacidad crítica, el desarrollo personal, la aceptación y el respeto por el otro en una búsqueda de una nueva sensibilidad.
3. Educar para la Paz en el aula
La paz se considera no sólo como la ausencia de conflicto o de guerra, sino más bien un espacio de interrelaciones constructivas y de encuentro, de superación pacífica de las situaciones de conflicto y de convivencia entre las distintas personas que comparten un espacio de diferentes culturas, razas, sexos, religiones y demás diversidades.
Así, dentro del respeto a todas las diferencias, se establece una ética de carácter social y personal que se fundamenta en conceptos plenamente democráticos de igualdad y libertad, con respeto y reconocimiento a todos los convenios internacionales vinculados a los derechos humanos y que abogan por el desarrollo de todos los pueblos dentro de un planeta compartido donde todos viven un continuo proceso de aprendizaje para vivir en la no violencia. Este proceso implica que las comunidades educativas hagan un hueco en su currículum a objetivos vinculados con los siguientes aspectos:
- Reconocimiento de las situaciones de conflicto como oportunidades para superarse de forma serena, buscando soluciones creativas, consensuadas y no violentas.
- Reconocimiento de la diversidad social y cultural como elemento positivo y enriquecedor, que nos ayude a superar limitaciones culturales y personales y que contribuya al desarrollo en un marco positivo del ser humano en su integridad.
- Desarrollo de una sensibilidad hacia los demás valorando sus particularidades y diferencias más significativas, lo que ayudará a una mejor convivencia armónica.
- Participación activa en las acciones solidarias de desarrollo y autoafirmación de otras culturas fomentando la denuncia de situaciones que fomenten las injusticias.
- Canalización de la propia agresividad de carácter positivo, aquella que da fuerza para enfrentarse a los problemas y a las situaciones injustas , que da cabida a concepciones altruistas en el día a día de las personas y que nos ayuda a enfrentarnos a los problemas cotidianos. Exige de alguna manera una destacada capacidad de autocrítica que nos posibilite diferenciar este tipo de agresividad de la otra, la negativa y empobrecedora que lleva a situaciones violentas y miserables que deben ser denunciadas en nosotros mismos y en los demás. Esta denuncia no debe dejar de ser abierta y tolerante con las faltas, aunque sí debe ser rigurosa, justa y enfocada a la mejora del ser humano.
- Valoración de los distintos mecanismos de diálogo y negociación en un marco de libertad e igualdad que fomente el bien común de la humanidad y de su progreso, bienestar y crecimiento, fuera de imposiciones y violencia.
La educación para la paz encuentra su espacio en el currículo donde se integran elementos de carácter pacificador en su desarrollo. Hacemos referencia a valores solidarios, justos, tolerantes y democráticos que refuercen la autoestima del individuo y que esto le haga superar con optimismo sus limitaciones. De este modo deben valorarse positivamente aquellas conductas que incorporen sensibilidad por los demás, generosidad y respeto y censurar aquellas otras que impliquen desprecio u hostilidad hacia el otro, haciendo que la vergüenza por las malas acciones sea un sentimiento positivo que de alguna manera reafirma nuestro posicionamiento contra lo violento. Se debe tener la fuerza suficiente para reconocer las actitudes erróneas y para saber qué es lo que se tiene que cambiar y evitar que se repita, especialmente si como consecuencia de nuestras acciones alguien ha salido dañado o si hemos relativizado actitudes negativas y hostiles. El crecimiento vendrá por el reconocimiento de aquella mala acción y el arrepentimiento real llevará aparejando un cambio de actitud, más solidaria y justa.
Es deseable concretar actitudes positivas para una convivencia pacífica dentro de la comunidad, dentro del Proyecto Educativo y del Reglamento interno, que destaquen la autoestima del individuo en particular y del respeto de la comunidad en general, concretando una serie de rasgos diferenciadores que lleven consigo actitudes que fomenten la no violencia. Por tanto, se hace necesario abrir diferentes vías de colaboración entre los distintos componentes que implican o donde está implicada la comunidad escolar, tales como los alumnos, padres, profesores , organizaciones sociales y administrativas en general y que se cree un clima donde se puedan negociar los distintos intereses y alcanzar acuerdos negociados que cuenten con el compromiso, valoración y aceptación de todos. Es por otra parte muy recomendable un ejercicio de autocrítica para poder reconocer dentro del proyecto curricular ciertos aspectos que fomenten situaciones violentas de una forma no muy visible pero que está latente. De este modo, la excesiva competitividad, el modelo de un personaje violento, la exaltación exagerada de ciertas diferencias o componentes locales pueden llevar a resultados nada deseados que se contraponen al espíritu de este modelo. En este sentido es muy recomendable que cuando existe algún aspecto que sugiere ciertas dudas se realice un debate de carácter abierto entre los distintos grupos implicados que facilite una visión más amplia tras compartir las distintas impresiones ,sobre todo entre docentes y alumnos sobre cómo han sido trasmitidos y captados los diferentes aspectos valorados para así poder seguir avanzando en una coexistencia más amable y solidaria.
Símbolos y gestos de paz
Es muy interesante trabajar y descubrir todos aquellos gestos y símbolos de todas las culturas que lleven aparejado el concepto de la paz. Así, el ramo de olivo, la paloma de la paz, una bandera blanca, una pipa de la paz como símbolos universalmente conocidos… y mostrar la mano abierta, abrazarse, acariciar el pelo o frotarse la nariz en algunas culturas, darse la mano, besarse , como gestos, nos dan una muestra visible de cómo los seres humanos mostramos a los demás nuestra disposición al diálogo y respeto por los demás.
EN ESPAÑA: 30 DE ENERO, DÍA ESCOLAR DE LA NO -VIOLENCIA Y DE LA PAZ.